IMPORTANCIA
PSICOLÓGICA DE LOS ANIMALES DE COMPAÑÍA
En
un principio las relaciones del ser humano con los animales se basaban en la
utilidad de los animales respecto a los productos que se obtenían de los
mismos, cómo incrementar esas producciones y cómo manejarlos mejor para poder
alcanzar un mayor rendimiento.
Pero
el enfoque actual tiende a dar más énfasis a las actividades recreativas para
satisfacer además los aspectos lúdicos de esta relación.
Por
esta razón el manejo de los perros, gatos y caballos ha llegado a ser una parte
importante de la dedicación de los estudios de la ciencia animal.
Los
que se dedican al estudio de los animales deben tener unos conocimientos
básicos del comportamiento de los animales de compañía.
El
beneficio que los animales pueden aportar al ser humano en general es grande,
especialmente en esta sociedad tan desequilibrada e industrializada, y el valor
social de los veterinarios y otros estudiosos de los animales puede ser
considerado por sus obligaciones tanto hacia los animales de compañía como para
los de producción.
Hay
cinco circunstancias en las que los perros pueden funcionar como un importante
soporte psicológico para el ser humano, como en:
•
Los niños
•
Adultos solteros
•
Parejas sin hijos
•
Los mayores
•
Psicoterapeutas
En
los niños.
Los
padres adquieren perros para sus hijos por múltiples razones: Para que
adquieran responsabilidades, para que aprendan algo de biología, para
divertirse, o para que sea un compañero especialmente en hijos únicos.
Las
mejores relaciones se dan cuando son adquiridos como compañeros sociales. Un
chico puede ser muy feliz con su perro especialmente si viven en un
apartamento.
Lo
que verdaderamente importa es que un animal sirva para jugar y con ello
aprender y además que se sientan responsables. Los niños desarrollan la ternura
y mejoran aspectos de su personalidad que no son apropiados en las relaciones
con sus iguales.
Los
niños aprecian a un compañero que no es crítico con ellos y que les recibe
entusiásticamente en cualquier circunstancia.
En
adultos solteros.
Cada
vez es más frecuente encontrarse con matrimonios divorciados, así como adultos
solteros de mediana edad, que padecen un alto grado de soledad.
Es
más probable encontrar mujeres solas que hombres, quizás porque, se den cambios
en la conducta social y en la ética; por ello psicólogos y asistentes sociales
recomiendan a estas mujeres que adquieran una mascota.
Es
triste, pero cierto, pensar que un perro es una especie de amor o cariño que el
dinero puede comprar.
Igualmente
es mejor encontrarse un perro al llegar a casa que encontrarla vacía, ya que la
presencia de un animal es reconfortante porque puede atenuar los efectos
depresivos de la soledad.
En
parejas sin hijos.
La
tercera situación posible en la relación hombre animal es la de las parejas sin
hijos. Por ejemplo los animales que son tratados como hijos.
Es
frecuente encontrar historias curiosas de gatos o perros que han heredado
fortunas a la muerte de sus propietarios.
Es
una realidad que a partir de los años setenta se produce una caída en el índice
de la natalidad, creciendo el número de parejas sin hijos. Estas parejas puede
que no estén permanentemente sin hijos pero, mientras tanto, adquieren con
cierta frecuencia un perro o gato como compañía.
Puede
que piensen que el animal es como un sustituto de la educación de unos hijos
que no llegan o que no tienen, dándoles los cuidados y afectos igual que un
padre haría con sus hijos.
En
los mayores.
Una
de las aplicaciones de las mascotas probablemente más importante es en las
personas mayores. La gente tiene unas expectativas de vida muy grandes y las
familias no son muy amplias normalmente con lo cual la soledad a ciertas edades
es muy frecuente.
Mucha
gente se jubila antes de que sus habilidades mentales comiencen a declinar.
Estas personas puede que no tengan nada que hacer pero les preocupa cómo llenar
sus vidas hasta que se deterioren físicamente, y el sistema no tiene resuelto
como atender estas necesidades que son a largo plazo.
Un
animal de compañía puede ayudar a llenar este vacío en los mayores, por la
compañía que aportan y, a veces, por las conversaciones que se mantienen con
ellos, o simplemente por que piensen que dependen de ellos mismos. Los mejores
animales de compañía son los gatos o los perros de pequeño tamaño.
Estudios
realizados demostraron que las personas mayores que tenían animales de compañía
tenían mejor bienestar por tener mejor estado físico y estar menos preocupados
de sus problemas de salud y una mayor sensación de seguridad en sí mismos
(Mugford and M´Comiskey 1974).
Los
beneficios que proporcionan los perros a las personas mayores son
fundamentalmente la compañía, el estímulo para hacer actividades, las rutinas
diarias ayudan a una mayor conciencia y orientación del tiempo, suponen un tema
de conversación y les facilita la sensación de ser necesarios.
Naturalmente
existen algunos aspectos negativos como la falta de disponibilidad para hacer
frente a los gastos de mantenimiento y sanitarios. Igualmente pueden ser un
freno para que los mayores puedan tener la libertad de viajar.
Los
cuidados pueden ser excesivos para estas personas, que no puedan atender sus
necesidades de ejercicio físico. Los perros pueden causarles caídas. Algunas
personas mayores también se preocupan de quien atenderá a sus mascotas cuando
ellos mueran.
En
residencias geriátricas se apreciaron beneficios sensibles inmediatamente
después de la introducción de animales en los programas terapéuticos.
Los
animales pueden ser introducidos de varias formas:
Como
mascota, como visitante o bien como perro en propiedad.
Mascota,
un único animal, introducido en la comunidad, cataliza y acapara la atención de
todos los pacientes geriátricos;
Visitante,
varios animales son introducidos en la comunidad en distintos tiempos
suscitando una atención diversificada en los huéspedes presentes, y como perro
de
Propiedad
cada paciente geriátrico que lo desee puede recibir un perro de propiedad, del
cual se responsabiliza, estableciéndose una relación psicológico afectiva de
efecto beneficioso para su condición vital.
Psicoterapeutas.
Las
mascotas también pueden ser unos buenos psicoterapeutas, colaborando como
coterapeutas de la patología primaria o secundaria en el hombre, con una base
psíquica o motora.
En
algunos casos un perro puede ser un valioso colaborador en el tratamiento de
problemas psiquiátricos infantiles (Levinson, 1972). En ocasiones los padres
han sido informados por algún profesor de la necesidad de tratamiento
psiquiátrico de los niños con problemas de comunicación con otros niños o con
el profesorado.
Los
niños pueden rehusar hablar o a cooperar.
En estos casos un perro especialmente amistoso y juguetón puede sacar al
niño de su silencio, actuando como desbloqueador de tales situaciones.
Levinson
en 1989 indica la importancia del empleo de los animales como ayuda para los
niños autistas, partiendo del supuesto de que el juego es el mejor medio de
comunicación y que el reino del niño y de los animales es por excelencia el del
juego.
Esto
puede no resultar en aquellos niños con miedo a los animales, pero una
exposición gradual a la presencia de un perrito bueno y dócil mantenido a una
distancia suficiente puede ayudar a superar en poco tiempo esa fobia.
Los
animales pueden ayudar a los niños con severos problemas psicológicos de
distinta etiología.
La
ausencia de inhibiciones de los animales en sus comportamientos de excreción,
sexual y maternal pueden colaborar a que los niños acepten esas funciones como
naturales y no vergonzosas.
El
afecto incondicional de un perro es importante para los niños normales pero
mucho más importante para los que tienen problemas, los cuales piensan que son
demasiado malos para ser merecedores de amor. Esto puede ayudar a que un niño
vea que un perro puede ser malo pero a pesar de todo se le puede querer.
Por
tanto es muy importante que no les lleven animales que pudiesen tener problemas
de conducta, a aquellos niños con disturbios emocionales.
Las
mascotas pueden estar relacionadas ocasionalmente con la aparición de
enfermedades mentales, pero también sirven de mucha ayuda para curarlas, o como
colaboradores en la terapia.
El
sacrificio brusco del gato de un niño porque arañó a su hermana puede ocasionar
un complejo de culpa y enfermedad emocional, no afectando al padre que decidió
sacrificarlo, pero sí al niño que puede sentirse responsable de esa situación.
Levinson (1972) también es partidario del uso de mascotas como coadyuvantes en
instituciones para los disturbios emocionales.
Los
animales pueden generar en los pacientes un sentido de la responsabilidad y
estimular su ánimo, igual que lo hacen con las personas mayores.
Los
perros también han sido utilizados con éxito en prisiones, con el mismo
propósito de recuperación y ayuda psicológica de los reclusos. Igualmente se
está introduciendo a los perros en los hospitales como factor favorecedor de la
recuperación del paciente en fase de convalecencia.
En
resumen, las funciones de los animales como coterapeutas, en base a la acción
de la relación hombre animal, son en los casos de:
•
Depresión psíquica
•
Estrés
•
Problemas emotivos
•
Problemas sensoriales o motores
•
Patologías cardíacas
•
Convalecencia en hospital
La
Muerte de una Mascota.
Efectivamente
una mascota puede llenar de alegría la vida de una persona y por tanto la
muerte del animal puede llegar a ser muy estresante. Se ha informado de una
gran cantidad de casos de luto psicológico tras la muerte de la mascota (Keddie
1977).
Como
la vida de un perro es más corta que la de los humanos, su muerte puede servir
de preparación para aceptar mejor la muerte en los seres humanos.
Los
niños han celebrado funerales para sus mascotas (cementerios de mascotas). En
este sentido nada puede estresar más fuertemente que el significado de final
irrevocable de la muerte.
Relaciones
Indeseables.
Las
razones expuestas para tener un animal de compañía no son garantía de que se
vayan a desarrollar unas buenas relaciones y que estén suficientemente
atendidos.
Por
ejemplo los niños demasiado pequeños pueden causar problemas de comportamiento
en los animales ya que no distinguen bien entre objetos animados e inanimados y
el trato puede ser cruel.
Puede aparecer agresividad por tirones de pelo, darles golpes o jugar a las guerras lanzándoles objetos o disparos.
Muchos propietarios tratan a los animales como si fuesen seres humanos o les atribuyen sentimientos humanos como rencor, envidias, celos o sentimiento de culpa.
Es dudoso que tales sentimientos puedan atribuirse, por tanto no se les puede castigar por ello. Un excesivo o ansioso apego al animal o un trato afectuoso compulsivo puede ser perjudicial e indicativo de algún trastorno del ser humano.
¿Porque tenemos Mascotas?
Si preguntásemos por qué la gente tiene mascotas podríamos tener todo tipo de respuestas, incluso los que buscan la agresividad en su perro. No obstante la gente adquiere perros por una sensación táctil, empatía, por sentirse importantes sobre el animal, dar y recibir cariño, por tener un vínculo con la naturaleza, por seguridad, narcisismo, exhibicionismo, para tener un compañero de juego o por tener un motivo de charla y reunión con otras personas.
Además de lo mencionado, existen otras razones como: las deportivas (agility), caza, servicio social (ciegos, ancianos, etc), guarda, defensa y otras utilidades.
Jesús Gutiérrez en: http://www.adiestradorcanino.com/webdelperro/importancia-psicologica-de-los-animales-de-compania/152